Saborr

|
A esta altura tomo el café sin azúcar más por fundamentalismo que por gusto. Reconocer las propias contradicciones tiene esa gracia, ese gusto de ir avanzando de a poco contra esa creencia arraigada tan absurdamente, haciendo cosas que combaten lo que se piensa al respecto, sabiendo que en breve se desterrará lo que huele a férrea convicción.
Hoy pasó que me estaba haciendo uno para mí y otro para Sara, el mío así nomás, el de ella con azúcar. Mientras le alcanzaba el azucarero le comenté que pese a que sabía que con azúcar quedaba más rico, me resistía a endulzarlo. Ella que ya sabe de eso porque me ha escuchado antes, me propuso que probara con dulce de leche. Pensé rápido en lo que dije más arriba y compré la propuesta. Acabo de debutar con café con dulce de leche.

1 comentarios:

Monti dijo...

Fundamentalmente estar exento de contradicciones es sino imposible, absurdo; y, sino absurdo, soberanamente idiota. De una contradicción -dicen las "leyes" (más vale ni nombrar a las deplorables) de la lógica hegemónica (ejem, mónica)- puede deducirse cualquier proposición: esto es, si acepto A (me gusta el cafe azucarado) y no A (no me gusta el cafe azucarado) puedo concluir Z (no ser contradictorio es un rotunda estupidez).

Este blog, siempre un placer. Este blog, una porquería.

Publicar un comentario

metele variété