La democracia se suicidó?

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Tuvimos que hacer un trabajo en la facultad que indirectamente involucró a la ley de servicios de comunicación audiovisual, la nueva ley de radiodifusión. Fue una excusa válida para meternos en la polémica que vino atrás de su sanción.

Para entender quién es quién en esta historia, valga como ejemplo el título de esta entrada que, sin el signo de pregunta, es el que eligió Adrian Ventura, periodista de La Nación para informar la aprobación de la ley.

Quisiera mostrarles cómo los tres diarios más importantes del país siguieron el trámite parlamentario. Primero, la sanción de la ley en la Cámara de Diputados, el 16 de septiembre de 2009:

La Nación. Exquisitos los comentarios de los lectores online.

Clarín.

Página 12

El 10 de octubre se votó en la Cámara de Senadores.

La Nación

Clarín

Página 12

Riquísimas notas de opinión.

La democracia se suicidó

Vivir con la ley K

Pretensiones hegemónicas de un poder en decadencia

La ley de medios es totalitaria

Dura condena del diario español El País por la sanción de la ley de medios


Por último, entrando a lo que fue la judicialización de la cuestión ( La idea fija de la judicialización) , dejo a disposición los fallos del amparo que el diputado por la provincia de Mendoza, Enrique Thomas, planteó en diciembre último pidiendo se declare la inconstitucionalidad de la ley. Argumento: vicios en el trámite que le imprimieron en la Cámara de Diputados.

- 21/12/2009 - La jueza Pura Olga de Arrabal hace lugar a la acción intentada por el diputado Thomas, y dicta la medida cautelar solicitada: ordena suspender la ley y todo acto relacionado con su puesta en marcha.

- 25/03/ 2010 -El EN apela la cautelar otorgada. La Cámara lo rechaza; entiende que hay motivos suficientes para dictar la cautelar.

30-03/2010 - La Cámara admite el recurso extraordinario. La decisión queda en manos de la Corte Suprema. El 19 de mayo la Corte aceptó tratar los agravios del EN y pasó las actuaciones a la Procuración General de la Nación. En el término de un mes deberíamos saber qué resuelven.

De todos modos, a no ilusionarse, ya que desde el 16 de diciembre a hoy, otros tres jueces de distintas partes del país han dictado medidas similares en otras 4 causas. La más conocida de estas la interpuso el Grupo Clarín. El juez que recibió el amparo, Edmundo Carbone, renunció el mismo día que admitió la cautelar. Leánse esta nota bastante pedagógica, que explica cuáles son los controversiales artículos de la nueva ley. Por qué Magnetto y Vila intentan frenar la nueva ley de medios?

Todo esto sin perjuicio del enlace que hay en la columna derecha de very varieté y la posibilidad de googlear largo rato por cuenta propia.

Ventura, la democracia se suicidó?

Anexo: Cronología - Ley 26522

MP3 de la casa II

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Traigo al banquete, a El Sargento García, un loco que merece un oído.


Discografía

(Sic) IX

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Página 12 hizo un suplemento que se llama Mi Bicentenario en el que cantidad de reputadísimos personajes de la cultura han aportado de su repertorio. Mempo Giardinelli es uno. Habla de Cuba.

Si Cuba cae

Bicentenario

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A propósito de las emociones despertadas por los festejos de los 200 años de la gesta emancipadora, José Ingenieros tiene algo para decir:

I. Del terruño

El terruño es la patria del corazón. De todos los sentimientos humanos, ninguno es más natural que el amor por la aldea, el valle o la barriada en que vivimos los primeros años. El terruño habla a nuestros recuerdos más íntimos, estremece nuestras emociones más hondas; un perfume, una perspectiva, un eco, despiertan un mundo en nuestra imaginación. Todo lo suyo lo sentimos nuestro, en alguna medida; y nos parece, también, que de algún modo le pertenecemos, como la hoja a la rama.

El amor al terruño existe ya en el clan y en la tribu, soberano en el horizonte exiguo de las sociedades primitivas. Ligado al medio físico desde que el grupo se adapta a la vida sedentaria, se acendra al calor del hogar. La consanguinidad lo alimenta y la amistad lo ahonda; la simpatía lo extiende a todos los que viven en vecindad habitual. En el terruño se oyen las primeras nenias maternales y se escuchan los consejos del padre; se forman las intimidades de colegio y se sienten las inquietudes del primer amor; se tejen las juveniles ilusiones y se tropieza con inesperadas realidades; se adquieren las más hondas creencias y se contraen las costumbres más firmes. Nada en él nos es desconocido, ni nos produce desconfianza. Llamamos por su nombre a todos los vecinos, conocemos en detalle todas las casas, nos alegran todos los bautismos, nos afligen todos los lutos. Por ello sentimos en el fondo de nuestro ser una solidaridad íntima con lo que pertenece a la aldea, el valle o la barriada en que transcurrió nuestra infancia.

Ningún concepto político determina este sentimiento natural. Es innecesario estimularlo con sugestiones educativas, porque es anterior a la escuela misma; se ama al terruño ingenuamente, por instinto, con espontaneidad. Es amor vivido y viviente, compenetración del hombre con su medio. No tiene símbolos racionales, ni los necesita; su fuerza moral es más honda, tiene sus raíces en el corazón.



El patriotismo ingenuo se limita al horizonte geográfico. Nadie ama espontáneamente regiones y hombres cuya existencia ignora. La vista y el oído marcan el confín de la experiencia primitiva; todo lo que está más allá es ajeno, fabuloso, mítico. Sacar a un hombre de su barriada, de su aldea, de su valle, de su montaña, es desterrarlo de la única patria sentida por su corazón. Todo el resto del mundo es igual para el hombre que no ha viajado; fuera del terruño puede exclamar con sinceridad que donde está el bien está la patria.

No se le ama porque se ha nacido en él, sino porque allí se ha formado la personalidad juvenil, que deja hondos rastros en todo el curso de la vida. Ese tierno afecto no está ligado al involuntario accidente del nacimiento, desde que a nadie se le pregunta antes dónde desearía nacer; germina en la experiencia, que estimula sensaciones e ideas, cariños y creencias. El tesoro de nuestros recuerdos iniciales está formado por impresiones del terruño; cada vez que el ánimo afectado busca refugio en la propia vida interior, revivimos las escenas del hogar, de la escuela, de la calle, como si las remembranzas de la edad primera pudiesen aliviarnos en el andar accidentado de los años viriles.

La fuerza del sentimiento lugareño se comprende mejor a la distancia. Viajando lejos, muy lejos, en ciertas horas de meditación llega a convertirse en esa angustia indefinible que llamamos nostalgia. Todo el que la ha sentido, sabe que no es del estado político, sino del terruño; nadie añora lugares ni personas que nunca ha conocido, ni podría curarse el ánimo nostálgico yendo a vivir en rincones ignotos del propio país.

A medida que se avanza en edad los recuerdos del terruño se idealizan, olvidándose todo lo malo, acentuándose todo lo excelente. Y es común que los hombres, al morir, pidan que vuelvan sus huesos al lugar donde transcurrió su infancia, como si quisieran devolverle toda la savia con que alimentó su personalidad en la hora del amanecer.

El amor al terruño es un imperativo natural. Persiste cuando la experiencia dilata el horizonte geográfico, pero pierde en profundidad tanto como gana en superficie. En cierto grado del desarrollo social es imposible que cada terruño viva separado de los vecinos; poco a poco, los que tienen intereses comunes, creencias semejantes, idiomas afines, costumbres análogas, van formando sociedades regionales cada vez más solidarias. La educación sentimental permite abarcar en la amistad y en la simpatía otros terruños, aunque siempre reservando para el propio los mejores latidos del corazón. Cuando el niño aprende a conocer a los hombres y las cosas de su ciudad o de su región, relacionándolos con los de su barriada o de su aldea, el amor del terruño se ensancha. El sentimiento municipal o provincial es todavía un patriotismo en función del medio, elaborado sin sugestiones políticas. Su genealogía es sincera. Brota sin cultivo, como la flor silvestre.

En fases de avanzada cultura, las ciudades o regiones tienden a asociarse en estados políticos, formando naciones; sólo en la medida de su afinidad los pueblos pueden sentirse solidarios, dentro de la unidad nacional. Pero, individualmente, como representación de intereses e ideales colectivos, este patriotismo sólo es sentido conscientemente por muy pocos hombres superiores, capaces de reflexión histórica y de abstracción política.

En todo caso la querencia sigue atrayendo al hombre, como a los animales. Pujante y profundo como un instinto, imperativo, intransmutable, sobrevive en todos los hombres el amor al terruño, única y siempreviva patria del corazón.

II. De la nación.

La nación es la patria de la vida civil. Su horizonte es más amplio que el geográfico del terruño, sin coincidir forzosamente con el político, propio del Estado. Supone comunidad de origen, parentesco racial, ensamblamiento histórico, semejanza de costumbres y de creencias, unidad de idioma, sujeción a un mismo gobierno. Nada de ello basta, sin embargo. Es indispensable que los pueblos regidos por las mismas instituciones se sientan unidos por fuerzas morales que nacen de la comunidad en la vida civil.

El patriotismo nacional surge naturalmente de la afinidad entre los miembros de la nación. No lo impone la obediencia a la misma ley, ni el imperio de la misma autoridad, pues hay Estados que no son nacionalidades y naciones que no son Estados. El sentimiento civil, el civismo, tiene un fondo moral, en que se funden anhelos de espíritus y ritmos de corazones. Renán lo definió como temple uniforme para el esfuerzo y homogénea disposición para el sacrificio. Es conjunción de ensueños comunes para emprender grandes cosas y firme decisión de realizarlas. Es convergencia en la aspiración de la justicia, en el deber del trabajo, en la intensidad de la esperanza, en el pudor de la humillación, en el deseo de la gloria. Por eso es más recio en las mentes conspicuas, capaces de amar intensamente a todo su pueblo, de honrarlo con sus obras, de orientarlo con sus ideales.



El sentimiento de solidaridad nacional debe tener un hondo significado de justicia. El bienestar de los pueblos es incompatible con rutinarios intereses creados, y de tiempo en tiempo necesita inspirarse en credos nuevos: despertar la energía, extinguir el parasitismo, estimular la iniciativa, suprimir la ociosidad, desenvolver la cooperación. Virtudes cívicas modernas deben sobreponerse a las antiguas, convirtiendo al sentimiento nacionalista en fecundo amor al pueblo, conforme a los ideales del siglo. Es justo desear para la parte de humanidad a que pertenecemos un puesto de avanzada en las luchas por el progreso y la civilización. En una hora grata de juventud, anticipamos estas palabras explícitas: Aspiremos a crear una ciencia nacional, un arte nacional, una política nacional, un sentimiento nacional, adaptando los caracteres de las múltiples razas originarias al marco de nuestro medio físico y sociológico. Así como todo hombre aspira a ser alguien en su familia, toda familia en su clase, toda clase en su pueblo, aspiremos también a que nuestro pueblo sea alguien en la humanidad. Y en la ovación que subrayó esas palabras creímos sentir un homenaje a los revolucionarios de América, que, cien años antes, habían vibrado por análogos sentimientos, emancipando al pueblo de una opresión que lo envilecía.

El patriotismo nacional se extiende al horizonte político. Mientras pueblos de origen distinto se desenvuelvan en medios diferentes, existirán agrupaciones nacionales con características diversas, en lo ético y en lo mental. Esa heterogeneidad es conveniente para la armonía humana; el conjunto es beneficiado por la acentuación de los rasgos propios de cada una, en el sentido más adecuado a su medio. La tipificación nacional ensancha y perfecciona el primitivo amor al terruño, extendiéndolo al horizonte civil de la nación.



Cuando pueblos heterogéneos se encuentran reunidos en un mismo Estado, los vínculos morales pueden faltar y la unidad es ficticia mientras hay subyugamiento. No existen ideales comunes a los opresores y a los oprimidos, a los parásitos y a los explotados. La autoridad no basta para imponer sentimientos a millones de hombres que cambian de nacionalidad cuando lo resuelve un consejo de diplomáticos o lo impone con su garra un conquistador. El sentimiento nacional, que florece en las uniones de pueblos afines, no concuerda forzosamente con el patriotismo político, encaminado a consagrar los resultados de la camándula o de la violencia.

Cuando la justicia no preside a la armonía entre las regiones y las clases de un Estado, el patriotismo de los privilegiados ofende el sentimiento nacional de las víctimas. El culto mítico de la patria, como abstracción ajena a la realidad social, fue siempre característico de tiranuelos que inmolaron a los ciudadanos y deshonraron a las naciones. Aunque invoquen la patria para cubrir su bastardía moral, son enemigos de la nacionalidad los que no presienten el devenir de su pueblo, los que lo oprimen, los que lo engañan, los que lo explotan. Enemigos, también, los que sirven y adulan a los poderosos y a los déspotas: histriones o lacayos, cómplices o mendigos. La mentira patriótica de los mercaderes es la antítesis del tierno sentimiento que constituye el patriotismo del corazón y de la armonía espiritual que pone dignos cimientos al nacionalismo civil. El patriotismo convencional de los políticos es al nacionalismo ingenuo de los pueblos como los fuegos artificiales a la luz del sol.

Sólo es patriota el que ama a sus conciudadanos, los educa, los alienta, los dignifica, los honra; el que lucha por el bienestar de su pueblo, sacrificándose por emanciparlo de todos los yugos; el que cree que la patria no es la celda del esclavo, sino el solar del hombre libre. Nadie tiene derecho de invocar la patria mientras no pruebe que ha contribuído con obras a honrarla y engrandecerla. Convertirla en instrumento de facción, de clase o de partido, es empequeñecerle. No es patriotismo el que de tiempo en tiempo chisporrotea en adjetivos, sino el que trabaja de manera constante para la dicha o la gloria común.

El trabajo y la cultura son ios sillares de la nacionalidad. Es vana quimera toda esperanza que no pueda alentar una acción; estéril toda energía no animada por un ideal. El trabajo es la matriz de la grandeza colectiva, pero carece de estímulo si el ensueño no hermosea la vida; la cultura es la legítima coronación de la vida civil, pero agoniza cuando se extingue la fortaleza de obrar. Un pueblo no puede vivir sin soñar, ni puede soñar sin vivir.

Pensar y trabajar es uno y lo mismo. Las razas seniles no trabajan ni piensan; tampoco las ciudades muertas, que son osamentas frías de culturas extinguidas. Repudiemos los sofismas de los mercaderes: no es verdad que donde conviene la energía sobra el ideal. Por el camino de la pereza y de la ignorancia ningún pueblo culminó en la historia. Desdeñemos la hidalga holgazanería de aquellos abuelos que aún confunden su miserable condición con la sapiencia ascética, sugiriendo que los pueblos laboriosos viven en sordidez prosaica. La historia dice que el trabajo y la cultura se hermanan para agigantarlos, que la pobreza y la ignorancia suelen ser simultáneas en su decadencia.

Cuidemos la sementera, bendigamos los campos fecundos; pero donde el arado rompe un surco, abramos una escuela. Arar cerebros vale tanto como preparar una mies ubérrima; la mies puede perderse y decaer la opulencia, la cultura no se agosta ni concluye. El trigo y el laurel son igualmente necesarios. Heracles y Atenea no son enemigos. Conspiran contra su pueblo los que alaban una riqueza ignorante o una mendicidad ilustrada.

El trabajo es fuente de mérito y base de toda humana dignidad. El porvenir será de los que trabajan. Todo holgazán es un esclavo, parásito de algún huésped. Sólo el trabajo da la libertad. Cada trabajador es una fuerza social; el que no trabaja es un enemigo de la sociedad. Ennobleciendo el trabajo, emancipándolo de todo yugo, transformándolo de suplicio en deleite, de vergüenza en honor, será posible que los ciudadanos gocen de servir a su pueblo.

Los valores morales tendrán el primer rango en la ética venidera. El ignorante es siempre débil, incapaz de confiar en sí mismo y de comprender a los demás; en la cultura está el secreto de toda elevación. Ella engendra la única excelencia legítima, apuntala nuestras creencias, aguza el ingenio, embellece la vida y enseña a amarla. Permite a los precursores decir con fe sus esperanzas y sus ideales, como si fueran la verdad y el sueño de todos; y de esa fe proviene su eficacia.

Trabajo y cultura son dos aspectos de un mismo advenimiento en la historia de la nacionalidad. Toda renovación de instituciones se inicia por una revolución en los espíritus y todo ideal pensado está ya en los comienzos de su realización.

III. De la humanidad.

La humanidad es la patria del ideal. Cuando se escucha la sola voz del corazón, patria es el terruño; cuando prevalece el interés político, patria es el Estado; cuando habla el ideal, patria es la humanidad. Y en el desarrollo histórico de este sentimiento podemos decir que el terruño expresa el patriotismo del pasado, la nación el patriotismo del presente, la humanidad el patriotismo del porvenir.

Mientras se extiende la solidaridad del terruño a la provincia, al Estado, a la humanidad, las fuerzas inmorales del pasado siguen sembrando odio entre los pueblos, para apuntalar con el patriotismo político el régimen social de cuya injusticia se benefician. Toda innoble agresividad que hiere el sentimiento nacional de otros pueblos, no es amor a la patria, sino a la industria malsana, eternamente fomentada por mercaderes de la palabra y de la pluma, al servicio de déspotas reales o potenciales. No tIemblan ante la responsabilidad de las guerras que encienden, preparados a comentarlas desde sus casas, mientras los pueblos se diezmen en las trincheras. Todos mienten lo mismo; pretenden que la propia nación es la mejor del mundo, engañando a los ingenuos con sofismas de que ellos se burlan. Corrompen la opinión pública y fomentan el culto supersticioso de mitos vanos, amparándose luego de ellos para encubrir sus venales conveniencias.

Maldiga la juventud a los envejecidos tartufos que conspiran contra la paz de sus pueblos, encendiendo regueros de intrigas internacionales en la diplomacia secreta. Maldiga cien veces a los que fabrican cañones, robando el metal que necesitan los arados. Mil veces maldiga a los que hacen correr en el mundo una sola gota de sangre, que no es la de sus propias venas.

La manera más baja de amar a la propia patria es odiar las patrIas de otros hombres, como si todas no merecieran engendrar en sus hijos iguales sentimientos. El nacionalismo debe ser emulación colectiva para que el propio pueblo ascienda a las virtudes de que dan ejemplo otros mejores; nunca envidia colectiva que haga sufrir de la ajena superioridad y mueva a desear el abajamiento de los demás, hasta el propio nivel. Cada pueblo es un elemento de la humanidad; el anhelo de la dignificación nacional puede ser un aspecto de la fe en la dignificación humana. Ascienda cada nación a su más alto nivel, y por el esfuerzo de todas se remontará el nivel de la humanidad.

El patriotismo humano abarca el horizonte cultural. La solidaridad entre los pueblos se extiende a medida que ellos amplían su experiencia y elevan sus ideales. La capacidad de simpatía va creciendo con la civilización; todos los hombres que en el mundo comparten las mismas creencias y se animan por los mismos intereses, se sienten amigos o hermanos. Las comuniones y los partidos, que antes pasaron del terruño a la nación, comienzan a pasar de la nación a la humanidad.

Dos gremios poderosos iniciaron el acercamiento de los pueblos, extendiéndose por sobre las fronteras de las naciones: los comerciantes y los sacerdotes. El capital no tiene patria, ni tiene patria la religión; salen del terruño y del Estado, para internacionalizarse y conquistar el mundo. Siguiendo sus huellas se expandieron las ideas y la civilidad. La circulación del pensamiento y de los hombres ha extendido la solidaridad humana. El camino, el vapor, el riel, el teléfono, el cable, la turbina, el inalámbrico, la aviación, han dilatado el horizonte de los pueblos modernos. Poco a poco, en firme enaltecimiento, las ciencias y las artes, las doctrinas y las costumbres, han comenzado a extenderse del horizonte civil al horizonte cultural.

Todas las fuerzas vitales de los pueblos empiezan a solidarizarse en la humanidad. La producción y el consumo están regulados en escala internacional; los medios de circulación se han centuplicado, en la tierra, en el mar, en el aire. Los pueblos ajenos a esa vida común no se consideran civilizados; y no lo son. Cada invento técnico, descubrimiento científico, creación artística, llega a todos los pueblos. En todos se definen análogas normas y análogos principios jurídicos.

Así como en la nación se ha expandido la primitiva solidaridad del terruño, empieza ya a expandirse en la humanidad la solidaridad de la nación. Esta forma superior del solidarismo anida, por ahora, en grandes espíritus que desbordan de la patria política, como ésta desbordó otrora de la primitiva patria lugareña. Sólo se sienten solidarios con la humanidad los que conciben y aman ideales humanos, anticipándose a sentimientos que llegarán a privar en el porvenir.

Apóstoles fueron, otrora, los hombres que en su tiempo supieron elaborar un sentimiento nacional, creando los Estados actuales. Apóstoles son, hoy, los que empiezan a elaborar un sentimiento humano, extendido a horizontes culturales cada vez más dilatados.

La armonía de los pueblos es la entelequia de la humanidad. Armonía no es semejanza ni fusión universal, sino solidaridad organizada de culturas heterogéneas. La desigualdad de los pueblos es conveniente para la humanidad, como la individual es útil para la nación. La justicia no consiste en borrar las desigualdades, sino en utilizarlas para armonizar el conjunto. A todos conviene que cada uno intensifique sus propios rasgos, de acuerdo con las características del medio en que se desenvuelve; si ellas se perdieran sería perjudicial. La solidaridad debe concebirse como un equilibrio de partes cada vez más diferenciadas, capaces de cumplir mejor sus funciones en beneficio propio y de los demás. Cuando un pueblo pierde la noción de la interdependencia, tiende a romper el equilibrio en su provecho, desencadenando la guerra en perjuicio de todos.

El progreso de la solidaridad se caracterizará en el porvenir por el desarrollo de organismos jurídicos, económicos y morales que regulen las relaciones de los pueblos. Un equilibrio instable y perfectible permitirá la coordinación de las partes, armonizando el bienestar de la familia, del terruño, de las regiones, de los Estados.

Algunos soñadores, olvidando que la humanidad no es un mito homogéneo sino una realidad heterogénea, alientan el anhelo ilusorio de una sola nacionalidad universal. Más justo es presumir que por sobre los actuales Estados políticos, carentes a veces de unidad moral, tiendan a constituirse grandes nacionalidades capaces de producir nuevos tipos de civilización, confederando pueblos similares. La solidaridad será natural, fundada en semejanzas de origen, de intereses, de idioma, de sentimientos, de costumbres, de aspiraciones.

El ideal presente de perfeccionamiento político es una coordinación federativa de grupos sociológicos afines, que respete sus características propias y las armonice en una poderosa nacionalidad común. Ninguna convergencia histórica parece más natural que una federación de los pueblos de la América latina. Disgregados hace un siglo por la incomunicación y el feudalismo, pueden ya plantear de nuevo el problema de su futura unidad nacional, extendida desde el río Bravo hasta el estrecho de Magallanes. Esa posibilidad histórica merece convertirse en ideal común, pues son comunes a todos sus pueblos las esperanzas de progreso y los peligros de vasallaje. Hora es de repetir que, si no llegara a cumplirse tal destino, sería inevitable su colonización por el imperialismo que desde ha cien años los acecha: la oblicua doctrina de Monroe, firme voluntad de los Estados Unidos, expresa hoy su decisión de tutelar y explotar a nuestra América latina, cautivándola sin violencia, por la diplomacia del dólar. Son sus cómplices la tiranía política, el parasitismo económico y la superstición religiosa, que necesitan mantener divididos a nuestros pueblos, explotando sus odios recíprocos en favor de los intereses creados en cien años de feudalismo tradicional.

Frente a esas fuerzas inmorales del pasado, la esperanza de acercarnos a una firme solidaridad sólo puede ser puesta en la Nueva Generación, si logra ser tan nueva por su espíritu como por sus años. Sea ella capaz de resistir a las pequeñas tentaciones del presente, mientras adquiera las fuerzas morales que la capaciten para emprender nuestra gran obra del porvenir: desenvolver la justicia social en la nacionalidad continental.

José Ingenieros, Las fuerzas morales, Losada, Buenos Aires, 2002

Es radio II

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Cabito, héroe del chiste sin filtro, hablando de circuncisión con un oyente:

- Pensalo, mirá que después la raba no te la devuelve nadie-

Rae.es II

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sátrapa.

(Del lat. satrăpa, este del gr. σατράπης, y este del avéstico ẖšathrapāvan, protector del dominio).

1. m. Gobernador de una provincia de la antigua Persia.

2. m. coloq. Hombre sagaz, que sabe gobernarse con astucia e inteligencia, o que gobierna despóticamente. U. t. c. adj.

Mate

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hoy tenés el mate lleno de infelice ilusiones...

Cecilia es de esas personas para quienes tomar mate es agarrar un coso, echarle un poco de yerba, meter la bombilla a como dé lugar, llenar un termo con agua e inundarlo todo.

Yo, sin ser José Larralde, tengo algunos reparos a la hora del mate. Aun tratándose del mate laboral trato de que mantenga la mística. Pero con un MATE NARANJA DE GOMA no se puede hacer nada.

Última parada la gloria

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Ya no solo el destino del mundo se decide por azar en la mesa de los poderosos, también asuntos tan triviales como el lema del micro que va a llevar a la selección de un lado a otro. Hyundai, sponsor del equipo nacional, llamó a concurso y quedó para plotear la frase con que arranca esta entrada. La semana pasada Wainraich en metro y medio ya se encargó de lo que abre para burla y lo que tiene de presumida.
Lo que quería destacar es el jurado de notables que eligió esa entre las finalistas:

Victor Hugo Morales

Juan Alberto Badía

Poroto Cubero

Reflexiones de fidel VI

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A 115 años de la muerte de José Marti, máximo héroe de la historia cubana, Fidel vuelve a manchar de tinta índice y pulgar.

La trascendencia histórica de la muerte de Martí

Bioy

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En el Diccionario del argentino exquisito, Bioy presenta lo que presenta de la manera que sigue. Me siento complacidamente interpelado:

Encontré la mayor parte de las palabras que reúne mi diccionario, en declaraciones de políticos y gobernantes. Alguien me dijo que sin duda las inventaron en un acto de premeditación a manera de baratijas para someter a los indios "porque el embaucador desprecia al embaucado". Yo no quiero disentir, pero sigo pensando que detrás de cada una de estas manifestaciones de afectación, ligeramente sorpresivas y ridículas, ha de haber un señor vanidoso, que se desvive porque lo admiren. Lo sé por experiencia. En la época de mis comienzos literarios, yo era capaz de violentar un relato o una argumentación, para encontrar la oportunidad de escribir lo porvenir (en lugar de el porvenir, que según Baralt era incorrecto), figurero (que Azorín proponía para reemplazar snob), dél y dellos (por de él y de ellos). Probablemente pensaba que alguna vez, en algún libro, se diría "Bioy usó la expresión".

El mundo atribuye sus infortunios (¿me aparto del tema?) a las conspiraciones y maquinaciones de grandes malvados. Entiendo que subestima la estupidez.

Es curioso el hecho de que tanta gente, en una época de penuria como la actual, se vuelque a la tarea de enriquecer el vocabulario. Frenéticamente inventa palabras, o las desentierra de libros (¿no es increíble?) donde dormían el sueño de los muertos, o les confiere acepciones forzadas incorrectas, fantasiosas, pero nuevas. Piensa tal vez que no sólo de pan vive el hombre y que afligidos por infinidad de privaciones, a lo mejor encontramos alguna compensación, o, por lo menos, consuelo, en la certidumbre de que a cualquier hora del día o de la noche podemos recurrir a las palabras fractura, estructura, infraestructura, para no decir nada del verbo escuchar, que indudablemente ha de engolosinarnos, porque no se nos cae de la boca.

Quienes profesamos afecto por nuestro idioma -al fin y al cabo, hablándolo recorrimos la vida-, estamos un poco alarmados por las consecuencias de esta invasión de voces nuevas; como representan, según mis informes, entre el diez y el veinte por ciento de nuestro vocabulario corriente, pregunto si no le alterarán el tono y aun la índole. Todavía en los años que nos toca vivir vamos a justificar una frasecita muy argentina, que siempre hemos repetido sin creer demasiado lo que decíamos: "Nosotros hablamos mal".

En el proceso de escribir, la elección de palabras y la correspondiente, o eventual, consulta de un diccionario dan ocasión a errores muy conocidos. Algunos fueron señalados tan insistentemente que su reaparición desconcierta. Quizá no estaba descaminado el español que aseguró: "No cometemos muchos errores. Lo que pasa es que muchas veces cometemos los mismos: una media docena que desde el principio del mundo andan dando vueltas". Para que nos admiren por la riqueza del vocabulario, molestamos al lector con palabras que no entiende; o con palabras que entiende, pero que son rebuscadas, como deleto por borrado, aguardo por espera, idóneo por útil, precipitación por lluvia; o que están fuera de lugar, como corcel junto a gaucho. Para alcanzar la admiración por el manejo de palabras exactas (los amigos del mot juste no previeron las consecuencias de su prédica) se engendran fealdades complicadas, como microexperiencias ferrourbanísticas, o desvaídas, como la planta tipo de los arquitectos. Para dar más prestigio a una acción, para conferir un ascenso (nominal siquiera) a una persona o a una cosa (como cuando llamamos cabo al vigilante que nos hace la boleta) o nada más que por afición a la pompa, echamos mano de optimizar, consubstanciados, los recaudos que hacen a mi función, empleado de casa de renta, con mi proverbial modestia me retiré a mis aposentos. Porque somos extremadamente exquisitos preferimos equívoco a error, subsiguiente a siguiente, disenso a desacuerdo. Descienda por la parte trasera a Baje por atrás (he leído los dos letreros en el mismo colectivo; el simple, en letras pintadas, y el exquisito, en el aviso de una agencia de publicidad).

Hay quien supone que si tiene a mano el Diccionario de la Real Academia escribirá bien. La verdad es que podrá escribir mal con palabras registradas en ése o en cualquier diccionario. Tal vez los de sinónimos sean los más peligrosos; nunca deberíamos emplear palabras en que el sinónimo se transparenta.

Acudo al "obeso amigo" (como llamaba Mastronardi al diccionario de la Academia) y encuentro al azar: bobillo, blasmar, estique, estiván, latria, launa, marcola, mastagón, masticimo, nuégado, opugnar, palabrimujer, pañizudo, rucho, sucoso. ¿Quién escribiría esas palabras en una página, no paródica, sin que se noten como escritas en tinta colorada? El senador Fulano de tal, probablemente, si las descubre en este prólogo...

El culto de la riqueza de vocabulario va acompañado por el temor, generalmente ridículo, de repetir palabras. En trance de evitar repeticiones, sometemos al lector a un régimen de sobresaltos, como si destapáramos monigotes de resorte; el decaído carnaval de la primera línea reaparece en la segunda como dios o rey Momo, el ladrón como caco y en un breve párrafo planteamos un enigma policial en el que no se sabe quién es quién, porque sucesivamente disfrazamos a Homero de bardo ciego, de padre de la épica, de autor de la Ilíada, de rapsoda numeroso y de ocasional dormilón.

Desde luego las palabras no son más que un elemento en el arte de escribir. El que dice lo que se propone, de manera eficaz y natural, con el lenguaje corriente de su país y de su tiempo, escribe bien. ¿Después de "corriente" habría que intercalar "entre la gente culta"? No sé. Es tan difícil determinar quién es y quién no es culto. Debemos casi todas las palabras de este diccionario a gente supuestamente culta.

Hay que reconocer que en materia de idioma son decisivos algunos conceptos que irritan nuestra impaciencia racionalista. El concepto de uso, que es fundamental, está vinculado a circunstancias temporales, que nos parecen más propias de rápidos modistos y de astutos decoradores que de un escritor: lo que ahora se usa, lo que todavía no se usa, lo que ya no se usa, como en el consejo de Alexander Pope: no ser los primeros en tomar lo nuevo, ni los últimos en descartar lo viejo.

De los intentos de racionalizar el idioma, ninguno es feliz. Los más notorios desembocan en la escritura fonética, "ortografía obsena", según Beerbohm, una forma de barbarie que borra las huellas de la historia.

Me parece que ha llegado el momento de confesarlo: yo no ignoro que el Diccionario defiende una causa perdida. Muchas palabras admisibles para nosotros, en algún momento sorprendieron de manera tan ingrata como ahora enfoque o impactación. Qué digo muchas: todas, probablemente, desde el día que hubo alguien capaz de notar los cambios del idioma. Estrépito, estupor, patíbulo, truculento, a principios del siglo XVII enojaron a Quevedo, que las transcribe como ejemplos de la culta latiniparla. Bentham, en 1780, se excusa por introducir en el inglés la palabra international. Para gente de la generación de mi padre, farmacia, en lugar de botica, era una afectación, y actualmente hay observadores que se preguntan por qué secreta virtud la palabra despensa realza y reemplaza al almacén de la esquina.

También es inevitable el cambio de sentido de las palabras, a través del tiempo. Sirvan de ejemplo las variaciones de mythos, mito, en la literatura griega. Según leí, en la Ilíada significa palabra o discurso y, en textos ulteriores, sucesivamente consejo u orden, dicho o proverbio, cuento o narración. Creo recordar que la oposición entre historia verdadera y leyenda o mito (mythos), aparece en el siglo V, en Píndaro y Herodoto.

Considero que este diccionario no es inútil si pone en evidencia el engolamiento de quienes adornan sus ideas y su estilo con la falaz pedrería de programática, de acervo, de coyuntural, etc. La próxima vez, cuando estén por estampar alguna de esas palabras lujosas, quizá recuerden y vacilen... Mejor no soñar. Bástenos la seguridad de haber participado en el esfuerzo, que a todos nos incumbe, de restituir siquiera precariamente el buen sentido en este mundo propenso a la locura. Ya sabemos que algunas palabras de nuestro diccionario entrarán y quedarán en el idioma; evitemos, por lo menos, que entren todas juntas.

Mis reparos al empleo de esas palabras, desde luego se refieren al idioma escrito (los discursos y los comunicados a la prensa, por lo general se escriben). ¿Quién soy yo para censurar a nadie porque de vez en cuando recurra a una de ellas en la conversación? Me ha parecido siempre que al hablar somos todos malabaristas, más o menos habilidosos. A un tiempo hay que pensar, elegir las palabras, ordenarlas en oraciones que fluyan con naturalidad, que respeten la sintaxis y que sirvan a nuestros fines. Muchas veces, para no tener esperando al interlocutor, me he resignado a decir que una película es bárbara, un elogio deplorablemente vago, o que yo estaba lleno de entusiasmo, lo cual sugiere que soy un recipiente repleto de quién sabe qué... Cada cual repite los términos que recuerda en el momento.

La vena satírica del librito me indujo a incluir en sus páginas algunas voces que si no pertenecen a la jerga del título, comparten con ella una incomprensible popularidad en el país. Encontrará, así, el lector, argentinismos difundidos, como familiar por pariente, los vocativos mamá, papá, mami, papi, aplicados por los padres a los hijos, piloto por impermeable, la expresión de novela y otras. Como los límites de las jergas no son precisos, también pudo deslizarse alguna palabra del lunfardo; o alguna de las palabras usadas por ciertos grupos, tal vez tan notorios, como efímeros, de muchachos de nuestras ciudades. Acerca de los chetos (uno de esos grupos) y de su vocabulario, he leído un valioso estudio de Carlos Cerana, Enrique De Rosa y Carlos Rodriguez Moreno.

En su primera edición de 1971, el Breve diccionario fue publicado con el seudónimo Javier Miranda, de un servidor, y con el pie de imprenta Barros Merino, de Jorge Horacio Becco y de Jorge Iaquinandi. Estos amigos generosamente me han devuelto la libertad de reeditarlo. Les reitero mi gratitud.

Agradezco a Martin Müller, a Claudio Escribano, a Fernando Sorrentino, a María Magdalena Briano, a José Barcia, valiosas listas de palabras.

Ahora el librito sale corregido, muy aumentado y con este nuevo prólogo.

Ojalá que algún día encuentre su lugar, en alguna biblioteca, junto al Septimio de Manuel Peyrou, a los escritos de Landrú, al Vocabulaire Chic de Jean Dutour, al Dictionnaire des idées reçues ou Catalogue des opinions chic de Gustave Flaubert y al Sotissier de Voltaire.

Adolfo Bioy Casares
Buenos Aires, marzo de 1978

Very Varieté brinda a por ello.

Vinicius Disco

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Si pasás los viernes por rivadavia a la altura de la estación de ramos entre las diez y las doce, vas a ver una fila plena de mujeres que se sienten unas genias y con desparpajo esperan para entrar a vinicus, donde -calculo-una docena de hombres harán sus delicias, no precisamente gastronómicas y a donde pasadas las doce concurrirán crédulos hombres en plan de conquista. Le hago el juego a la derecha, pero me opongo.

Cuotas fjas y en pesos

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Para que se sepa, sin animadversión:
Les aviso a todos los que hasta hoy no hayan comprado su plasma en 50 cuotas fijas, que si hacen la operatoria de aqui en mas van a terminar de pagarlo despues del mundial del 2014, a realizarse en la Republica Federativa de Brasil.

Nueva modalidad de vuelto

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Lejos quedarán los caramelos del super de los chinos: la nueva movida medieval es dar el vuelto en monedas por unidad de medida gramos. Por ejemplo: hoy fui al banco y me dieron casi 4 pesos en monedas de 10c, o lo que es lo mismo, me dieron un cuarto kilo en monedas de 10.
Piensenlon y sale la iniciativa popular (art. 39 CN).

Iruya

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2006
Me siento y levanto la vista. Enfrente, las montañas. si giro, cualquiera sea el lado para que lo haga, veo montañas. Montañas altas y coloridas, hasta amables; quietas desde siempre. Y no se aburren, sin embargo. De alguna manera han dado con la clave y el método que les permite estar ahí todo el tiempo. No encuentro formas en ellas, pero no parecen ser relieeves levantados por la gracia del azar.

Adelante y desde lejos aparece un camino serpenteante. Desde donde lo veo, entra haciendo un giro hacia la izquierda. Atención: el camino al que me refiero no es tal, sino el curso que el río iruya ha trazado valiéndose de sus caudalosas aguas a lo largo de los años. Parece innecesario ahondar tanto en este momento, pero las voces aseguran que en días diluviales su cauce no basta para contener a las tumultosas aguas, las cuales se presumen fortísimas.
De alguna de esas torrenciales lluvias habrá surgido alguna vez la piedra angular de la primera edificación en la zona. Quizás un carbón, un ladrillo, algún arbol aledaño lacerado o tal vez las hojas de alguna partitura desechada por el viento al reparar en su sonoridad extravagante y poco ortodoxa. El primero en dar uso a alguno de estos elementos fue o, para mantener lo incierto que lleva consigo esta suposición, ha de haber sido, algún miembro de la compañía de correos abandonado a su suerte o algún que otro jinete termerario, envalentonado forzozamente con aguardiente.

MP3 de la casa I

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Rock:
John Paul Jones, Led Zeppelin
Josh Homme, Queens of the Stone Age
Dave Grohl, Foo Fighters

Googlié cinco minutos para saber algo más del proyecto de estos tres muchachos, alguna notita de color. Opiniones encontradas: el disco del 2009 par algunos. Una bosta que solamente emociona por los nombres para otros.

Them Crooked Voltures

Filosofía de equipo

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Todo equipo, y quizás con mayor intensidad un DT, construye su identidad futbolística instintivamente, a prueba y error. Cuando se indica que un técnico -un entrenador, como apunta Sasturain- ensayó variantes en el primer entrenamiento de la semana, lo que se está sugiriendo es que se encuentra en crisis ontológica y busca el rumbo, quiere verse reflejado en su equipo a todo precio. La disputa reflotada entre menottistas y bilardistas a partir de las críticas que se le hacen a cappa me hizo pensar en paradigmas. Podemos barajar las siguientes concepciones de equipo:

IDEA ARTÍSTICA DE EQUIPO
Siguiendo más la línea de Apo que la de Polino, pero con vuelo artístico, un equipo de fútbol es un elenco. Un elenco con menos matices que una compañia de teatro, porque en fútbol se es arquero, se es defensor, se es volante, delantero o suplente. Cualquiera de los intérpretes tienen que conectar con el papel que representan. No importa su carácter si no ayuda para enriquecer el personaje. Más probable es que haya que maquillar rasgos de personalidad en cierta medida perjudiciales, para que esa atenuación redunde en beneficio del equipo.
Ajustándonos al caso, los delanteros están para hacer goles y no deben -no pueden- pensar en otra cosa. En zona de gol el titán vive el momento, solamente piensa en eso. No en ser ídolo, en si román lo va a saludar, en cómo festejar. Lo piensa antes o lo piensa después. Estamos hablando de un número 9, en el momento, GOL. No voy a discutir si es más gozoso hacer el pase para el gol que el gol mismo.

IDEA DURKHEIMINIANA DE EQUIPO
La teoría organicista insiste en la idea de que el todo es más que la suma de sus partes. Esto queda plasmado todos los domingos cuando los goleadores salen del vestuario, les preguntan por un lindo gol y responden que se alegran porque "el gol sirvió para ganar el partido". El organicismo es seguramente la propuesta más agradable, porque se ajusta a la idea de que exista un sistema y que todo aporte de talento se integre a un ya conformado núcleo fuerte y equilibrado. Verdaderamente, el sistema es lo que apuntala a un equipo, lo mantiene regular. En un mal partido en el que las cosas no salen, el gol del triunfo puede surgir del cabezazo de un defensor en un corner o una inspirada gambeta del volante central. A los delanteros no se los arregla con ese cuentito, siempre necesitan gritar un gol, pero el equipo no depende de sus rachas.

IDEA SOCIETARIA DE EQUIPO
Si bien hablamos de una idea societaria, concretamente hablamos de sociedad con el alcance de empresa. En toda actividad empresarial hay un elemento característico, el álea -una o más variables imponderables que pueden afectar el giro comercial de la empresa, lo cual puede implicar que mejore su rendimiento o lo arruine-. El punto de partida de un empresario en cualquier emprendimiento es que va a tener más ganancias que pérdidas, por eso esta práctica consiste en diversificar el riesgo, como para asumir que las cosas pueden salir mal pero buscando saldo positivo. En un equipo con esta concepción del fútbol, todos los partidos se salen a ganar, y si bien hay varios argumentos, ninguno está aceitado del todo, por esa ambición de manejar bien la pelota parada, el contrataque, el desborde, el centro atrás, el golpe por golpe, etc.

IDEA EXISTENCIALISTA DE EQUIPO
Uno juega como vive. Esta consigna se opone a la concepción del equipo de futbol como un elenco de teatro, en el que cada uno se ajusta al papel. El sentir del ser existencialista se vé bárbaro en los partiditos de papi cuando faltan todavía veinte minutos y el equipo no tiene más piernas pero sigue yendo a buscar el empate. En un punto parece mucho más sensato arrancar de la premisa de que los jugadores no son meros intérpretes sino que salen a la cancha a vivir el partido. Así, el equipo puede ser más anárquico pero ganar en carácter lo que pierde en orden, sobre todo si en el equipo hay alguno que además de desenfadado es habilidoso.
Eso sí, no se puede deducir la personalidad del jugador por el camino inverso, a partir de lo que hace en la cancha proyectar la forma en que encara la vida.

IDEA TEOLÓGICA DE EQUIPO
Como proponen los caballeros de la quema, todos atrás y dios de nueve. Lo de dios es figurativo, se entiende que suele tener cosas más importantes que hacer. Cuando no se puede ganar, hay que defender el cero en el propio arco, cueste lo que cueste. La dignidad y la fe no hay que perderlas ni siquiera en la cancha. Por eso, mucha persignación saliendo del túnel, alguna otra cábala un poco más pagana como entrar a la cancha saltando sobre el pie derecho o siempre el mismo almuerzo.
En cuanto a idea de juego, ni siquiera se recurre a un delantero de área, sino que se para un punta rapidito apenas por delante de mitad de cancha y saliimoo. Es un planteo mezquino pero sensato al que muchos equipos apelan en el partido de ida como visitantes en la Copa Libertadores.

IDEA PANDÉMICA DE EQUIPO
El fútbol es contagio. Por eso se justifica que el equipo dependa de un crack. Si el crack está encendido, lo más probable es que el partido marche con fritas y hasta los más burros acompañen. El defecto del modelo pandémico es la dependencia que hay del rendimiento de los dos jugadores contagiosos, siempre uno de estos: del enganche o del nueve.
Boca juega bien cuando adentro de la cancha están román y palermo. Si no está el crack, se juega para el nueve pero si el héroe tampoco está, los once aguantan contra las cuerdas. Cantidad de delanteros desarrollan su cualidad al máximo y al ritmo del creativo, el equipo juega para su especialidad. El caso para enmarcar es martín -el titán- palermo. Juegue bien, mal o regular tiene lustrada la jugada del cabezazo.

IDEA DE MODELO ARQUETIPICO DE EQUIPO
Si alguna vez un técnico tiene un destello táctico que le da resultado, muy probablemente queda en carpeta para dirigir en algún otro club cuando culmine su ciclo en donde esté. El caso emblemático es La Volpe dirigiendo a México en Alemania. El tipo tiene la fórmula para hacer rendir a su equipo, a un equipo. El cóctel dura lo que dura dura. Al primer cimbronazo, el castillo de escolazo se va al piso y no se reconstruye más. Pero a no desesperarse: siempre está el club que lo quiso en el primer momento y le hace lugar. Cumplidos bien o mal esos dos ciclos, el entrenador puede encontrarse en dos situaciones: haber encontrado una nueva receta magistral o, sin mérito alguno pero a estos efectos con idéntico resultado, haber sido borrado del inconsciente colectivo y tener otra chance en algún equipo pretensioso que quiere tenerlo por lo que fue.

IDEA DE MACHO ALFA EN EL EQUIPO
Giunta, giunta, giunta/ huevo huevo huevo. Cuenta Bermúdez que en su primer partido en boca fue a buscar una pelota dividida. La recupero con tanta sutileza que la gente ni se inmutó. En el segundo tiempo tuvo que ir a buscar otra pelota, un poco más exigido, y al llevarse consigo pelota y rival desató la euforia de la popular. Así entendió qué se esperaba de él exactamente. La máxima de este modelo es meter. Cuando hay un macho alfa ya no importa la técnica, sino cuánto se pone. Desde el minuto cero hasta el segundo extendido. Sin parar. Morder hasta que duelan los dientes. El trabajo de la semana es difícil de anticipar y tiene aspectos disciplinarios de formación militar. Mucho salir a correr los días de lluvias, madrugar en invierno para ducha de agua fría y –sobre todo- mucha puteada del técnico. De más está decir que este equipo se junta en el túnel antes de salir y recibe una arenga del alfa que salen como espartanos.

IDEA PARRILLERA DE EQUIPO
TODA la carne al asador. Se sabe que cuando se pone todo lo que hay, se da una primera imagen contundente pero casi enseguida esa imagen corporativa se diluye como redoxón en bidón de 5 litros. El equipo va a jugar a muerte los primeros minutos, tratando de hacer la diferencia, de avasallar al rival. Si no resuelve el partido en ese lapso, entonces llega la noche. No hay resto físico, nunca hubo un entrenamiento orientado a la preparación física de los jugadores, exceptuando la pretendida intensidad del comienzo.
Hay partidos que no se plantean así en el vestuario, pero por determinado motivo uno o ambos equipos entienden que el partido hay que ganarlo en el arranque, que está para jugarlo así, a pinchar los primeros minutos para quedarse con el triunfo.