Paleeermo, Paleeeermo

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Señora, señor, confirmado: hoy es que Palermo deja de jugar -profesionalmente- al futbol. Este prolegómeno que hace ya un buen tiempo viene tomando un tinte prosaico pero extrañamente atractivo concluye a las veinteveinte de este domingo cuando boca salga a jugarle a banfield la fecha dieciocho. A esa hora deje de hacer lo que esté haciendo y ponga la tele. Sé lo que le digo.

Se sabe hace un buen tiempo que con el final del clausura se acababa la nueve en la espalda de martín, pero se palpitaba a la distancia, total, pensábamos, las cosas duran hasta que dejan de ser como son. No había de qué preocuparse. La historia cambió después del partido con river. Sabiendo que el siguiente hito después del triunfo era el último partido de palermo, la emotividad ha cooptado el discurso de los hinchas de boca; hasta entonces la bocha fue reirse del promedio y ver si descontamos para entrar a la sudamericana y tener futbol para ver en la semana. Ahora viene en serio.

Los diarios ya han hecho su parte, pidiendo palabras prestadas al romanticismo del siglo xix para edificar sus portadas. Es difícil decidir con cuál de ellas quedarse. Hay quienes dicen que se despide del fútbol. Hay tapas que dicen que se la gente lo despide a él. Hay una variante: la despedida. Así, impersonal: nadie despide, nadie es despedido, sucede y es suficiente.

Retomando, termina un torneo durante el cual el titán pasó de sufrir su peor racha sin goles (953 minutos de dudas, diría clarín) a estar entre los cinco goleadores más importantes de todos los tiempos de nuestro fútbol y el más importante de boca. No es joda.

Por eso, para hoy, aunque no vaya a mirar esos noventa minutos de fútbol barroco que a los ojos del relator del pueblo tendrán tela emotiva para cortar, y por más que no sea del todo hincha del fútbol, prenda la tele antes de que boca salga a la cancha, espere a ver salir al equipo con Martín a la cabeza. La cámara hará su parte y cuando lo tomen con un plano cerrado, mírelo en los ojos. Intente ponerse en su piel. Si le gusta el fútbol, déle al play y pase película de los goles que recuerde haber gritado por su culpa. Sepa que él está haciendo lo imposible por no pensar en eso. Tiene casi doscientos partidos jugados con esa camiseta. Lo sabe, pero no quiere pensarlo, tiene que ganar un partido, tiene que meter un gol más antes de irse.

Lo que hoy es y mañana ya no será. El fútbol emociona. Hoy ratito antes de las ocho y veinte ponga la tevé pública. La va a pasar bien.

Y si le urge hacer algo, a eso de las diez vuelva a prender la tele, lo van a sacar un ratito antes de que termine el partido para que coseche sus últimos aplausos y paleeeermos y usted no puede perderse aquello.

Después lo hablamos.

Gracias TITÁN.


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