Meadas territoriales

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Haedo es el barrio del helado, quizás antes de llamarse así: hay quienes arriesgan que el nombre del barrio es un anagrama inconcluso en el que falta la letra ele. Bien podría ser así de no existir unos otros que apuntalan la postura de que si la primera máquina de helados recién fue inventada en 1913, un barrio que existe desde 1886 no puede haber atravesado tantos años innominado.

Polémicas a un lado, acerca del fondo de esta inocente disputa retórica, lo que debe ser dicho es que de las tantísimas heladerías que hay en el barrio, las dos emblemáticas son FLORES, sobre Carlos Tejedor, en un local en la planta baja de un edificio frente a la estación y DULCE DE LECHE, en la esquina de Fraternidad y Vignes. Quien no conoce el barrio debe saber que se encuentran a no más de 4 cuadras de distancia una de otra.

Distingue a ambas de todas las demás la proclama boca a boca de que elaboran un irreprochable helado artesanal, discurso ratificado en los hechos por la presencia en ellas de sendas máquinas empaladoras, que muy a pesar de su nombre son de singular magnetismo. En común tienen también precios razonables y el estar emplazadas en lugares físicos sencillos y extrañamente confortables. Aunque de por sí llamativa, esta convivencia de dos heladerías tan semejantes, se vuelve más encantadora conociendo el pasado común que precedió al actual y pseudo folklórico enfrentamiento que sostienen entre una y otra.

Flores, empezó con Juan pero actualmente atienden y elaboran sus dos hijos. Es una heladería que lleva muchos años de estar viva y es la que representa fronteras afuera el sabor del helado artesanal que no se produce en serie. En tren de difusión, a Flores se le ha incorporado el artículo definido femenino volviéndola en la cotidianidad LAS Flores.

Jorge, 46 años, es un tipo que rememora a David Gilmour. Alto, grande, pelo corto y entrecano. Ojos azules. Dice que sus amigos lo llaman el führer del helado, apelativo que de ambiguo tiene poco. Hace 7 que abrió Dulce De Leche. Hean aquí EL detalle: antes de eso trabajó en Flores. Por eso, por encima de cualquiera de estas cuestiones a Flores y a Dulce de Leche las hermana el helado del gusto que una lleva por nombre. Jorge, sin embargo, reniega de esta afinidad y argumenta en términos contundentes cada vez que lo chicanean queriendo saber si la vinculación es tal y tan profunda: “tu mamá y tu tía no hacen la torta igual. Si querés dulce de leche de Flores, seguí para Flores”.

Jorge Conversa con todos los que entran, más que nada porque le gusta hablar. Charlando con uno de sus compradores de domingo, día en que la fidelidad se pone a prueba, admitió estar con ganas de trasladarse a Ramos. Si eso sucediese, estos comentarios devendrán, como tantas veces sucede, anacrónicos y automáticamente anecdóticos.

Por el momento, lindo datito de color.

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