Acerca de las consecuencias remotas de los actos realizados con discernimiento, intención y libertad

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Japón, 18 de mayo de 2027

Estimado lector ávido de literatura científica de vanguardia,

Antes de sumergirnos en el quid de esta exposición diré que soy el Prof. Haroíto Kobe y que desde mi egreso en la Universidad Nacional de Tokio en el año 2012 he dedicado todos mis esfuerzos - académicos, financieros y sociales- a la comprensión del terremoto -barra- maremoto de Miyagi del 11 de marzo de 2011.

Lamento profundamente tener que escribir estas líneas desde la clandestinidad, pero el mundo no toleraría conocerme el rostro. Estoy seguro de que querrían desaparecerme y restan ser reveladas mentiras sostenidas en el tiempo por los dueños del mundo.

A la fecha nos encontramos en condiciones de vincular los más tristes sucesos de las primeras décadas de este Siglo xxi y ofrecerles, en nombre de la comunidad científica, una teoría humilde e inesperada pero no por ello poco seria de lo que ha sucedido.

Durante años realizamos infinidad de ensayos, muchos de ellos de una complejidad inédita. Sin embargo, nuestra hipótesis de trabajo triunfante, me refiero a aquella sobre la cual hemos alcanzado las conclusiones que pasaré a desarrollar, involucra a un Maneki Neko (o Gato Saludador de la Suerte para los occidentales), un sahumerio Nag Champa y un vaso de agua. Me anticipo a los prejuicios que cada uno de ustedes lectores puedan tener, pero requiero la solemnidad del caso: un Gato Saludador, un sahumerio y un vaso de agua nos han permitido realizar nuestra prueba contenida de laboratorio que, desarticulada, nos ha conducido a la VERDAD. Permítanme anticiparles que las conclusiones son asombrosas.

Como la mayoría de ustedes sabrá a esta altura de los tiempos, el Maneki Neko es considerado un amuleto de la suerte por nuestra sociedad oriental desde hace miles de miles de años. Pero fue a fines del Siglo xx que esta tradición tan ancestral como nuestra cultura saltó a la luz por vez primera y cautivó profundamente a un gran número de empresarios occidentales, particularmente argentinos. Imagino yo que impulsados ante todo por la simpatía que les generaba el amuleto, los gauchos del sur de américa hicieron enormes embarques para realizar importaciones.

La implementación de esta práctica pseudo metafísica resultó del modo esperado y posteriormente y durante al menos seis años, nuestros buques saturaron sus bodegas con pedidos empaquetados a las principales capitales de Europa. Se estarán preguntando cómo nunca se tuvo noticia de este aceitado comercio. Sencillo: aparece evidente que si estas transacciones nunca tomaron estado público fue debido a la connivencia de funcionarios de la más alta jerarquía (el ministro de industria Anoga Arakaki, y el secretario general del gremio de manufacturas en plástico, Inao Kaduro principalmente), obnubilados en un principio por la apabullante iniciativa privada argentina y luego por la de las grandes potencias.

Por lo demás, los fabricantes japoneses amarrocaron ingentes sumas de dinero, ganancias que silenciaron sus miramientos en cuanto a la influencia que la sacudida permanente de la mano izquierda de estos objetos sagrados podía ejercer sobre las grandes masas de agua del planeta, lo cual por entonces ya se sospechaba.

Por otro lado, es importante mencionar que la primera década del Siglo xxi se caracterizó por una sorprendente sobreventa de sahumerios Nag Champa, hoy extintos. Estos, quizás por su aroma particular, o tal vez por su envoltorio azul brillante y las inscripciones hindúes habían penetrado en el mercado occidental tan exitosamente como los gatos saludadores.

Hasta el día de hoy, ninguna teoría esbozada había postulado la hipótesis de que ambos productos del oriente pudieran haber dado causa a estas catástrofes.

Volviendo a nuestro ensayo, hemos comprobado que la exposición de las aguas del vaso de agua - que representa un océano- al vaivén del saludo gatuno se produce una progresiva efervescencia del liquido. A mayor abundamiento, al encender el sahumerio Nag Champa descubrimos que al entremezclarse el humo de estos con el aire por la acción ya descripta se produce un fenómeno que arroja por resultado lo que en ciencia damos en llamar la antimateria, sustancia que se estima como una probable causa del Big Bang. Al acumularse ésta en la biósfera de las zonas superpobladas del mundo del modo ya descripto, sólo podía ser capturada a través de mega gatos saludadores que realizaran el movimiento antagónico al de los pequeños gatos de la suerte. El interés por apropiarla nada tenía que ver con estas entelequias sino con su elevadísimo costo de producción. Al vislumbrar la posibilidad de hacerse de ella sin incurrir en gastos incendiarios los emprendedores asumieron en nombre de la humanidad los riesgos que ello implicaba. Así fue que esta asimetría incontenible se mantuvo en frágil equilibrio hasta que el día 26 de diciembre de 2004 se produjo en indonesia el histórico tsunami que dejó entreabierta la ruta de escape de estas emisiones de antimateria que volvieron a acumularse para desembocar irreductiblemente en los sucesos del 11 de marzo de 2011.

Es este el final del documento. La conclusión a continuación corre por mi cuenta y en ningún sentido representa la de mi equipo de trabajo:

En definitiva, lo que obra en los párrafos precedentes, antes que una teoría científica despojada de subjetividades, cristaliza los motivos que a mi entender subyacieron a la Guerra de los Mundos (2012-2016), la cual finalmente, siempre según mi punto de vista, fue librada para desbaratar las pretenciosas aspiraciones orientales de tantos occidentales. No olvidar que monopolizar la antimateria ha sido la directriz de cuanto acto de gobierno Japón ha ejecutado los últimos 26 años.

1 comentarios:

canqui dijo...

Es creible

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