Ultraviolento

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It's funny how colors of the real world only seem really real when you viddy them on screen.

Si hubiese tenido DVD y banda ancha mientras tenía edad y ritmos de escuela hoy sería otro. Otro con toda el rigor de la palabra; no sería yo. Sería quizás y a lo sumo, mi hermano. Igual, aunque no estuvieron en aquella época, ámbos dos entraron a mi vida al poco tiempo de haber dejado el buzo de egresados, que desde la primera lavada me quedó anatómico, en el recuerdo. En aquel entonces, año 2005, todavía existían videoclubes y canchas de paddle y Blockbuster te ponía en la pared de estrenos películas de lomo ancho no rebobinadas. Re-bo-bi-na-das. De a poco comenzaban a circular las listas de discografías en MP3 y junto con lo nuevo nuevísimo, clásicos de siempre en DVD. No confiaba del todo en el proveedor asi que elegí de entre todas una sola: La Naranja Mecánica. El DVD tuvo eso de revivir películas que en formato video hubiesen muerto sin generar curiosidad ni culpa y darles nueva vida. El efecto sildenafil en el pacman, a gran escala.

Anthony Burgess escribió La Naranja Mecánica en 1961. Aunque no hablaba de la selección de Holanda del 74, debe haberle agradado que bautizaran así a aquel equipo rebozante de cracks en el que Cruyff la descocía después de fumarse un puchito en el entretiempo. Para no perder el relato cuando no se acordaba una palabra se inventó una jerga medio choreada del ruso con muy buenos resultados. Después de haber visto la película en inglés fue muy bajo el momento que empecé a leerlo y encontraba traducidas todos los términos que se llevaban los aplausos. Es difícil que durante unos cuantos días post peli no metas en tus oraciones esas nuevas palabras. Y es exponencialmente difícil sostener eso tan lindo de decir de casi todas las adaptaciones al cine: "no, pero la novela es todavía mejor."

El miércoles, haciendo un zapping radial me encontré con ULTRAVIOLENTO, quizás la canción más conocida y menos cantable de los violadores, esto último no por enemistad de ninguna índole con ellos, sino por lo intrincada que es la letra. Hasta donde sé, es la única canción en Nadsat de la historia de la música.

Hoy caminaba por un pasillo de la facultad y empecé a sentir cada vez con mas nitidez, a medida que me acercaba al aula que cursaba, una música de corte sensorial que no puedo negar me hizo sentir bastante desorientado. Lo cotidiano tiene eso de que con un poco de música se resignifica muchísimo. El viaje con banda de sonido tiene esa gracia cinéfila de sentir que todo a tu alrededor pasa como en una película. Avanzaba por ese pasillo del segundo piso como si un otro me hubiera incorporado a mí en lo que él estaba escuchando. No era música en realidad, eran sonidos ensamblados, algo futuristas, difíciles de descifrar, oscuros. Como oliendo el sonido Kubrick de la primera escena en el Korova, me asomé y encontré que en el Salón de los Pasos Perdidos la estaban proyectando.

Esta acumulación de sucesos me trajo hasta aquí. Los dejo con la inquietud para que rastreen lo comentado ut supra.

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