RATM+QOTSA+NATAS

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El miércoles hubo rock en costanera sur. Aquí una reseña de elio.

QOTSA
Queens dio un digno show de previa. De las tres bandas que comentamos, el show más prolijo y el sonido más de estudio lo tuvo QOTSA.

Arrancar a las ocho te la complica un toque. En los alrededores del acceso al predio, todavía había buena cantidad de gente entrando cuando empezamos a escuchar el arranque. Quiero pensar que por eso el show me pareció acotado, pero es posible que el tiempo les haya quedado un poquito corto.

El jopero Josh Homme hizo de Queens una banda con nombre propio en la música, mostrando que el rock duro es agradable y convocante. Contento de ver gente contenta, con su acento de sheriff texano preguntó varias veces cómo la estaban pasando y conversó un poco entre canción y canción.

Llamémosle lugar común, pero el disco de estos tipos que más la descoce es Songs for the deaf, un disco del 2002 en el que Dave Grohl se sentó a grabar las baterías. De este gran lugar común que rescatamos del recuerdo, No one knows y Songs for the dead son dos canciones que me di cuenta que esperaba escuchar. Incluso, cuando la escuché en el cierre, songs for the dead me pareció la mejor decisión que podrían haber tomado. Si no se ha dedicado minuto, minuto veinte, a la entrada triunfal de la batería en esa canción, hacerlo.


NATAS

Natas es la banda que más veces estuve a punto de ir a ver. Ayer fue la tercera vez que iba a ver otra banda sabiendo que Los Natas también tocaban. Ocupa el lugar de esa gente con la que uno la pasa bien cuando se la encuentra pero que nunca le nace armar el encuentro mismo, pero/porque sabés que, por ejemplo, en el cumpleaños de tal te vas a cruzar.

Apenas terminó QOTSA, banda a la que han sabido telonear en otras presentaciones en otras partes del mundo, el trio más difícil de rotular del rock argentino salió al escenario 2, que es un poco más chico que el principal pero igualmente bien sonante.
En su página de Internet, enumeran los distintos estilos que les influyen o les influyeron y en los que incursionan o incursionaron durante estos 16 años de existencia, hasta autoproclamarse como una banda de “psicodelia pesada, o algo así”. Stoner rock en mejores palabras.

Cada tema debe durar unos 5, 6, 7 minutos. Las letras de sus canciones se me pierden. Son tres o cuatro líneas sobre tres o cuatro líneas instrumentales violentísimas muy distintas, que hacen que de cada canción te queden un par de palabras sueltas asociadas a determinada sonoridad, pero escuchá: a los quince minutos de show, de atrás de la batería de Broide salió una humareda espesa que me hizo acordar del humo negro de lost. Y fijate qué casual, dos canciones después cantaban una canción que se llama Humo Negro en el Vaticano con un estribillo que dice Siente el olor, es humo negro / La destrucción, el humo negro / Momia y león, es humo negro / La destrucción, es humo negro /.

Habrán tocado unos veinte minutos más y a lo último, un final con el que para mi es EL tema insignia de Los Natas: Meteoro 2028.

La próxima que toquen por acá, los voy a ver, los tengo que ir a ver.


RATM

Qué lindas estas vueltas, mi viejo. No me refiero a las vueltas al país, porque en su primer GRAN momento, Rage no estuvo por acá; volvieron más fuertes y apropiados que nunca. Nueve años separados y vueltos a juntar. Nueve años dije. La decantación ha dado sus frutos.

Para la ocasión, me ubiqué a unos 50 metros del escenario, casi en frente de la pantalla que estaba a la derecha, a la altura de la torre de sonido. Si querés pasarla bien más adelante tenés que tener de metro ochenta para arriba; ya está, lo asumí de una vez y para siempre. Me quedé ahí tranqui escuchando a los beastie boys, que fueron la música funcional de la previa.

En eso arranca la cuestión.

Se callan los beastie boys, se apagan las luces y desde el piso empieza a desenrollarse un telón negro con una estrella roja que ocupará el fondo del escenario durante todo el show.

Efervescencia de redoxon.

La primera canción es Testify, que musicaliza la consigna de EL PARTIDO en 1982, la novela de George Orwell (who controls the past, now controls the future / who controls the present now, controls the past). De ahí en adelante, se vienen los dos minutos de odio, camuflados en una lista de 12 temas.

Durante esos largos minutos de fervor revolucionario, hubo catarata de canciones que esperábamos todos. Lo que saltan esos tipos no tiene nombre. Zack de la Rocha corre más que Mick Jagger de un lado al otro del escenario. Tom Morello también salta, pero lo que toca en la guitarra es lo que sorprende. Solamente a él, le dio tanto tiempo la vida como para inventar tantas formas de sacar sonidos a la guitarra. Hizo fantasías consagratorias.

Zack dedicó dos canciones: Township Rebellion a los obreros de zanón, los obreros sin patrón y Wake up a los obreros argentinos, a la guerra en Iraq, al che, a los piqueteros y a los estudiantes.

Hubo un impasse de menos de diez minutos en el que el escenario quedó vacío; sonó lo que debe haber sido el himno ruso y volvieron a tocar los últimos tres temas con fuerzas renovadas.

La última canción fue Killing in the name of. Como dice Varsky, lo que pedía la jugada.

Me fui con la sensación de que si hubiesen tocado las mismas canciones a mediados del S XIX, bastaba con un par de estos shows en las capitales más industrializadas del mundo para movilizar el movimiento proletario y destruir el capitalismo de una vez y para siempre.

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