Él soy yo (volúmen I)

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¿Cuántas personas de existencia real están nomencladas en nuestras mentes como personajes de novela? Quiero decir, ¿a cuánta gente tenemos de nombre pero no seríamos capaces de reconocer por la calle? En mi caso, la lista es larga y son más de los que querría pero unos cuantos menos de los que podrían ser.
Arrancando por aclarar que hablamos de gente que no conocemos porque realiza sus actividades características sin necesidad de acompañar su trabajo con su presencia física hay, se me ocurre, dos puntos de partida: uno que llamaremos de doble negación existencial, aquél sujeto que nunca hemos conocido y al que nunca hemos tratado de dar entidad, y otro que llamaremos de negación simple, aquel sujeto que nunca hemos conocido pero al que hemos atribuido entidad supuesta.
En el primer caso, aunque podríamos abocarnos a un análisis casuístico de las múltiples motivaciones personales que llevarían a abstraerse del hombre detrás de la obra y para evitar caer en fútiles juicios de valor, nos limitaremos a expresar nuestro agradable sentir en los casos en que no se opere de este modo por falta de voluntad, ya que de encontrarse el receptor del trabajo en la necesidad de imaginar al emisor del mismo, debe hacerlo de inmediato y lo más fidedignamente posible a la información recabada hasta el momento. Decimos entonces que la doble negación se justifica en situaciones de abstracción pura.
En el segundo supuesto hablamos de un esfuerzo creativo ad-hoc que llega a veces a complementar la metabolización del trabajo que se examina, pero que presenta cuadros patológicos. En niveles moderados, la disociación simple entre el nombre y la persona puede ser saludable. Se recomienda nunca llegar al límite de permitir que la creación sustituya al verdadero creador.
Hace un tiempo largo, cuando tuve esta idea y comencé a googlear los nombres de estos hombres ilustres, pensé que iba a llevarla a cabo de inmediato, y que la iniciativa se retroalimentaría automáticamente. Sin embargo, pasó el tiempo y las fotos de acá abajo y algunas otras de distinta temática quedaron guardadas en una carpeta que hoy abrí.

La primera entrega de esta desopilante iniciativa, está orientada a desenmascarar dibujantes, contractualistas y tangómanos.
Dibujantes. En orden de gusto personal:
Liniers: Macanudo
Caloi: Clemente y cositas
Quino: Mafalda y cositas
Sendra: Yo Matías


Tangómanos. En orden de aparición:
Pugliese
Piazzola
Goyeneche
Discépolo
Troilo





Contractualistas. En orden cronológico:
Thomas Hobbes
John Locke
Jean Jaques Rousseau


2 comentarios:

Mar dijo...

Dos cosas
. Toda la vida pensé que Sendra era mujer (porque lo relacioné con Sandra), comparandolo ponele con el nombre de mi nona, que es Elide, pero que tambien podría ser Elida.
. John Locke es pelado y trabaja en Lost.

Ulises dijo...

Los contractualistas mmmmmm.... usan peluquines... Saludos al autor, debo confesar que me reí durante un rato largo con este post... y empecé a reirme cuando llegué a los contractualistas... Estos señores vestidos de ethiquetta profieren ese discurso de: los hombres tal como son por un lado y los hombres tal como deberían ser por el otro... un disparate!!!

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