Pena de muerte

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Ha sido éste el verano que más mosquitos maté pero tambien el verano que más mosquitos me picaron. Y estoy seguro de que esta bélica relación no va a quedar acá. Porque si aun matando a muchos sigue habiendo otros tantos dispuestos a combatir, el efecto disuasivo de esas muertes no tiene dinámica. Cada mosquito que veo y consigo matar está pagando lo hecho por otro de su misma especie, sólo que él no lo sabe. Aunque pudiera explicarle a cada uno de estos parásitos hematófagos los motivos supraindividuales que tengo para quitarles la vida tampoco se lo haría saber. Sin embargo me siento un hombre razonable cuando los mato en el mismísimo intante de comisión del ilícito acto. Tengo en ese momento la certeza de haber espantado a los que acompañaban al que resulta vícitma, de haberles hecho huir a buscar una vida más sana. Pero es el instinto no? A ellos los mueve el instinto de supervivencia, a mi el de venganza. Así funciona la venganza: lo que me hiciste y un poquito más. Justamente es eso lo que tiene de peligrosa. El vengador siempre se pasa de rosca y próximamente lo vengarán. Ahora a la par que escribo esto me doy cuenta del brete en el que me metí por no saber quién es el que no es el vengador. Porque si el vengador es "el que venga o el que se venga" puede vengarse en nombre propio o en nombre de otro. Para más, "vengado" no aparece en el diccionario. Pero así, con estos u otros nombres, funciona la venganza. Así funcionan el fútbol, el padrino, el divorcio y los juicios por daños y perjuicios.
No puedo evitar referirme a la información de público conocimiento que olvidamos y rememoramos cada tanto: la que pica es la hembra. Pero todo en este mundo, y más que en ninguno en el mundo animal, tiene explicación: el macho puede vivir sin jalarse un ser humano pero la hembra no, esto es rotundamente así. Pero a partir de un astuto pensamiento inductivo (premisa A sólo las hembras pican, premisa B sólo las hembras amamantan) podemos afirmar que la hembra necesita de nuestra sangre para la lactancia. Humanicemos este comportamiento e imaginemos a una madre tal vez primeriza que imposibilitada por la naturaleza para proveer a su criatura, debe brindarse cada día a la búsqueda de alimento. Recorre distancias enormes, se enfrenta a la contaminación y otros depredadores, incluso a todas las mujeres del mundo en su misma situación y no descansa hasta conseguirlo. Manteniendo en la mente esta triste realidad, descubrí este verano que los mosquitos han desarrollado aptitudes de camuflaje y vuelo que antes no tenían. El pelaje de estas bestias aladas despista per sé y mucho más en vuelo. Por último y como corolario de lo que aparece a las claras como una craneada connivencia entre éstas porquerías y las moscas, han perfeccionado sus técnicas de vuelo.
Y una cosa más: mi abuela vive en un piso 15 y he vivido situaciones de picadura de mosquito a esa distancia del piso. En ese piso 15 hay también hormigas, pero no sé por qué justifico más su presencia que la de los dípteros.
Material de lectura complementaria.
información en inglés de la American Mosquito Control Association, gente con los mismos problemas que yo pero un poquito más formada e informada y con un nivel de paranoia un poquito más alto que el mío. La pestaña de links es de lo más completo que puede conseguirse
una página muy bien armada que te vende armamento de guerra y te explica cómo funciona.
para buscar focos reproductivos en un jardín virtual.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Feliz estreno redactor de tesis contra mosquitos jajja

Anónimo dijo...

Como te gustó poder nombrar al padrino en tu primer post

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