Buen ojo

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En mi casa la ropa recién planchada tarda entre 1 y 3 días en volver a los placares. Mi hermano y yo sabemos, estamos bien bien al tanto de que todos los jueves tenemos ropa para archivar. Sara la plancha abajo y la sube a la pieza de mi mamá. Ahí queda por lo general hasta la noche, cuando ella sube y para acostarse necesita despejar el colchón. Entonces nos invita a recoger nuestras prendas; nosotros las repartimos y las llevamos a la pieza donde quedan sobre las camas o, mejor todavía, arriba de los puffss. No creo que haya algo llamativo en que, a raíz de este despectivo tratamiento, muchas veces ropa limpia y lista para vestir pierde su condición de ponible y queda separada para dársela a Sara y que la planche una vez más. Son los caprichos de la alta sociedad, qué se va a hacer. Igual la mayoría de las veces pasan los jueves y, como me olvido de avisarle a Sara que es ropa arrugada y no sucia, termina en el lavarropas por decantación.

Hoy con inusual celeridad me encargué de agarrar las ropas que no eran mías y se las llevé a Franco hasta la pieza. Oh gran sorpresa la mía cuando en la pila de remeras que dejé sobre su cama -unas 6-, distinguí que había cinco que había sido mías y que cuatro de ellas -porque una era de la escuela- me las había comprado yo en los últimos dos años. Aclaro que me las compré yo en persona porque quiero dejar moy en claro que cuando me las compré me las probé y porque en relación a helado de Due ($50 el kilo) -haciendo la proyección pertinente porque me compro cuartos-, me compro una remera cada 3 kilos. De esas cuatro, si me entraran, usaría una, y hasta ahí. Las tres restantes parecería que me las elegí con la consgina "dame tres de la más fea que tengas".

Si esto quedara acá, diagnosticado el cuadro quedaría indicar el tratamiento -el cual posiblemente consistiría en llevar siempre un talle más de lo que mi instinto me sugiere-, y aguardar los resultados . Pero no basta, porque a veces me sucede lo contrario y me compro más grande de lo que la recta razón indica.
Esperando a quien le sirvan tengo un jean talle 44 que me compré porque era el último de su especie -no vayan a creer que por su osadía o marca-, los mandé a tomar de la cintura y me quedaron con un tiro larguísimo que me avergüenza, pero que con hidalguía visto cuando me canso de repetir el favorito. Algo similar pasó con unas bermudas que uso frecuentísimamente, aunque esas quedaron mejor. En diciembre fui a cambiar unas bermudas que me regalaron para navidad porque las sentía muy anatómicas y del talle que me quedé se me aflojan enseguida. De las últimas cuatro veces que me compré calzado, dos veces tuve que cambiar el talle, una vez por uno más, otra por uno menos. Hasta con calzoncillos patino: a fines del año pasado compré 5 en destacada oferta y ni mi hermano pudo aprovecharlos por lo anormales que resultaron.
En el fade out de esta entrada, escribo el epílogo: un porvenir signado por venideras complicaciones.

2 comentarios:

mar dijo...

a las fanas de tu blog les gustó leer sobre tus calzoncillos, te aviso, y te aviso además que estoy teniendo la sospecha de que a vos tambien te gustó hablar de ellos.

Anónimo dijo...

a mi también me dio un poco de sospecha llegar hasta los calzoncillos, admito.

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