Sesgo de la muestra

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Para dar un rápido desenlace al misterio que generó la mención de las dos intervenciones memorables de Lousteau, pasaré a comentar la segunda.

En esta otra ocasión, Lousteau habló de un término que transpolado de la ciencia económica al campo social aplica soberbiamente a un pensamiento que todos tenemos, tuvimos o tendremos a lo menos una vez mientras se mantenga esta forma de convivencia estilo aldea global en la que todos sabemos de todos. Es el de distorsión o sesgo de la muestra. No manejo con precisión el alcance del desarrollo que aquel lunes Lousteau hizo del mismo, pero poco importa, ya que esa primitiva idea de sesgo de la muestra hizo las veces de disparador y así, atravesado y confuso lo tuve en mente un rato, decantando en anotaciones marginales y, calculo que durante algo más de un año, como asunto pendiente. Hasta hoy.

Para extender -seguro impropiamente- las implicancias del sesgo de la muestra voy a hablar del mismo como un fenómeno. No por significación, sino por asociación de palabras e intuición. Se me ocurre que sesgo de la muestra y fenómeno van bien juntas. Ya dije que que lo atractivo del fenómeno del sesgo de la muestra es que tiene plena presencia en la vida social, al menos en esta vida social de mirar el jardín del vecino. No pierdo de vista que para admitirlo como fenómeno universalizado es necesario comentar en qué consiste, o por lo menos, comentar brevemente cuál es la idea que tengo de lo que es el sesgo, así que vamos.

Arranquemos por desnudar las palabras que componen el término:

SESGO:
4. m. Oblicuidad o torcimiento de una cosa hacia un lado, o en el corte, o en la situación, o en el movimiento.
MUESTRA:
1. f. Porción de un producto o mercancía que sirve para conocer la calidad del género.
2. f. Parte o porción extraída de un conjunto por métodos que permiten considerarla como representativa de él.

SESGO DE LA MUESTRA sería entonces la inclinación hacia cierto lado de la porción que se reputa representativa de un todo mayor.

Carezco de rigurosidad epistemológica, pero por aproximación, y como regla general, a la hora de plantearse un trabajo de campo, se tienen que delimitar principalmente:

  • El objeto de análisis
  • Los sujetos a analizar
  • El método

Con estos tres datos elementales se asume un rol más activo, que obliga a rastrear datos precisos. Definido el objeto, u objetivado en la realidad, se vuelve necesario encontrar aquellos datos que conducen a muestras potencialmente representativas del objeto de estudio.

En cuanto al sujeto, descartamos que se comprende que el alcance dado al término sujeto es el vulgar, es decir, personas, individuos, seres humanos.

El método varía para adecuarse a las dos variables anteriores.

En estado de naturaleza el fenómeno se da, en forma simplificada, de la siguiente manera:

Reunido un número determinado de casos* para evaluar, éstos se despliegan -figurativamente- sobre la mesa de trabajo. Suele suceder que el investigador, quizás superado por sus expectativas, cree ver cierta frecuencia significativa de situaciones repetidas y las aparta para centrar su hipótesis.

Resulta que esa situación elegida como objeto de análisis en verdad no es tan confiable como parecía y deriva en apreciaciones silogísticas. Ni más ni menos, el sesgo de la muestra tiene que ver con detenerse en situaciones que conducen a conclusiones no representativas de la generalidad de los casos.

El sesgo de la muestra es una imagen distorsionada de una pluralidad de situaciones similares- lo que es lógico ya que se persigue conseguir una muestra-, la cual se construye a partir de la observación de éstas y la extracción de conclusiones desacertadas respecto del común denominador de las mismas. Es justamente esa imágen distorsionada lo que una observación detenida desplazaría. El sesgo de la muestra es lo que nos hace ver, entre un catálogo de distintas situaciones fácticas, una de ellas como más representativa que las demás cuando en un análisis detenido o ulterior prevalecerían otras.

La situación más clásica es el lugar común de los sueños compartidos.

Por ejemplo:
Una persona es elegida presidente y dice que desde chico quería serlo. Muy probablemente eso sea cierto, pero no por cierto va a representar más que eso. Así como ese presidente, miles de pibes más decían lo mismo desde chicos. Uno solo llega a serlo.

Lo mismo y más claro son los jugadores de fútbol. Están todos en una especie de igualdad. A eso de los 16 años los que tienen proyección a primera son unos cuantos. Si de esos, digamos 10, llegan, pongámosle, 3, eso no significa que esos 7 no hicieron mérito. Son suficientemente representativos. Sería un error de distorsión, por caso, el hecho de considerar que la regla es la llegada a primera división de todos los que empiezan jugando al futbol de muy chicos.

En pocas palabras, recurriendo a estructuras dialécticas prefabricadas, es creer encontrar en la excepción la regla.

En la vida, el error del sesgo de la muestra tiene mayor presencia de lo que podríamos creer, lo cual altera la percepción de la realidad tanto como dos gramos de soma.

El sesgo de la muestra es ver a otros haciendo lo que nos gustaría estar haciendo a nosotros. Nunca funciona como variable de ajuste negativa, es decir, ver a otros en situaciones en las que no nos gustaría estar. No se recurre al sesgo para valorar nuestro aquí y ahora. Por otro lado, un efecto emparentado con el vicio de distorsión es la frustración que deviene de no verse en la misma situación en que se encuentra quienes querríamos emular, manteniendo un plan de acción similar. Debemos poner de resalto que no en toda ciencia el mismo procedimiento arroja idénticos resultados, sino tan solo en las exactas. Nos hace creer en el éxito garantizado de intentar metódicamente alcanzar eso que se pretende. El sesgo de la muestra implica soslayar la metafísica. Eso no puedo admitirlo.

*Los casos son situaciones dadas de muestra sometidas a observación, evaluación y análisis.

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