Uno menos, uno más

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Hoy 19 de julio se cumplen tres años de la muerte de Roberto Alfredo Fontanarrosa. Es curioso que la mayoría de la gente popular parezca no tener segundo nombre. Leer, como me acaba de pasar, que el segundo nombre de fontanarrosa era alfredo no me cambia nada, pero me hace pensar que habría que encontrarle un lugar a los segundos nombres. Los terceros ni los discutamos. Hasta el momento, creo que el mejor uso que se le puede dar al segundo nombre es no darle ninguno, no usarlo. Elegir bien y listo. Total después los amigos lo llaman por el apodo; en este caso EL NEGRO.

Repasemos qué hizo mientras pudo hacer este genio único de los lápices y las biromes. Para tratarlo como un jugador de fútbol, y entrando en una discusión eterna sobre si es o no un calificativo que cristaliza una virtud, lo que más admiro de fonatanarrosa es su versatilidad. Él que era un empedernido hincha de Central podría bien putearme o agradecerme por el cumplido. Un tipo que dibuja bárbaro, escribe ídem y tiene humor, al punto de destacarse por la combinación alternativa o simultánea de cualquiera de esos tres atributos, me parece insuperable. En general, estos casos de excepción que dinamitan la idea del todo no se puede hay que tenerlos muy en cuenta, hay que tenerlos siempre a la vista.

Fontanarrosa nació en rosario, en noviembre de 1944. El 26. Hizo lo que todos hasta que, al repetir tercer año, decidió dejar el secundario industrial al que iba. El primer laburo lo tuvo en una agencia de publicidad. Aguantó con eso hasta que arrancó, en el setenta y uno, con una revista que se llamaba "Hortensia", en donde parió a Boogie el aceitoso y a Inodoro Pereyra. La palabra telúrico la aprendí de leer en la viva, la bajada al título -Inodoro Pereyra-, que decía "poema telúrico de fontanarrosa". Tampoco nada me cambió con eso. En el setenta y tres, caloi convoca a un séquito de historietistas para la contratapa de clarín: Fontanarrosa, Viuti, Tabaré, Altuna, Dobal, Ian, Rivero, Crist. El laburo de contratapas me lo imagino una mezcla entre el de de un carnicero de super chino y el de un oficinista que corre para no acumular laburo. Hay un cliente que entra al chino para comprar una cerveza y le vienen ganas de milanesa. Pero las quiere ya. Y atrás hay otro que quiere lo mismo, y mañana otros que quieren lo mismo o más. Si no tenés, no vuelven. Por eso tengo la sensación de que los historietistas están siempre al día, que entregan el de mañana hoy y recién mañana piensan en el de pasado. Stockear humor debe ser algo muy difícil. Igual que las milanesas sin freezer.

En 1980 empezó a trabajar conjuntamente con Les Luthiers, haciendo una suerte de colchón de ideas. A partir del ochenta y dos, que se publica El mundo ha vivido equivocado, otros siete libros de cuentos le han sido adjudicados. Sin haberlos leído todos, sin siquiera recordar con detalle la mayoría de los que sí, tengo marcado a fuego su estilo, esos registros de relato/monólogo con los que evita las palabras que no usaríamos para contárselo a otro. Sus historias te llevan de una sonrisa a una risa contenida como la que provoca una barcelona en el tren. La independencia de sus personajes es tan gráfica que parecen tener vida propia. A la par de los cuentos, también dedicó tiempo a tres novelas: best seller, el área 18 y la gansada.

Se casó, tuvo un hijo, se divorció y volvió a casarse en 2006.

En 2003 le habían diagnosticado esclerosis lateral amitriófica, una enfermedad degenerativa tan complicada como el nombre, que si bien no fue la causa directa de su muerte, lo estropeó mucho el último tiempo.

Aunque vino algunas veces a Buenos Aires, su lugar siempre fue rosario. El café el Cairo, la mesa de los galanes, el Gigante de Arroyito, Central.

Con un poco de animismo podemos decir: Ok, llueve, pero esto explica la lluvia.

2 comentarios:

claudio morgado (INADI) dijo...

vos estás diciendo que en los super chinos cortan la luz? me parece generalizar al cuete..

Anónimo dijo...

tenés razón claudio, te pido mil disculpas. tambien a toda la comunidad chinoriental.

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